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Comunicado del 29 de Mayo de 2007

ABN AMRO: EL PRINCIPIO DE LO QUE SE AVECINA

La aparición de un consorcio de bancos, integrado por Royal Bank of Scotland (RBS), Fortis y el Santander en la batalla por adquirir el banco holandés ABN Amro, sugiere que hay varias alarmas que deberían saltar por los aires para todos los que trabajamos en la banca europea.

En primer lugar hay que subrayar el hecho de que con la aparición de estos consorcios (integrados por entidades que unen distintos intereses en el banco en cuestión) casi ningún banco puede estar tranquilo de no ser atacado, adquirido y desmenuzado a gusto y provecho de otros que se ponen de acuerdo en aquellas partes que interesan a cada uno de ellos y que, de cuadrarles y luego hablaremos de lo que significa esto, pueden llevar a cabo una operación como la que vivimos en Europa con el banco neerlandés.

En segundo lugar y más próximo a todos nosotros, cabe destacar el futuro de las partes segregadas del ABN Amro por cada uno de sus “devoradores” y como ninguno de ellos habla de la plantilla de trabajadores del banco “despedazado”. Al inicio de la oferta de fusión del inglés Barclays Bank, dicha entidad habló de la pérdida de más de 20.000 empleos.  El consorcio mencionado ha citado de soslayo que el impacto en reducción de empleo de su propuesta sería similar al citado por Barclays. En base a nuestra experiencia, podemos estimar preciso aumentar sensiblemente las pérdidas de puestos de trabajo que sugería la oferta de Barclays en el caso de que esta fuese sustituida por la de estos tres bancos mencionados. Si en España hemos vivido un proceso interno de fusiones que ha conllevado una caída de empleo en el sector superior al 30 por ciento (31,708% desde 1.985 hasta 2005 según el informe anual de la Asociación Española de Banca), no es de extrañar que en un ámbito mundial como en el que ahora se juega, la reducción pueda alcanzar cifras enormes.

Por lo tanto, si alguien piensa que estas megaoperaciones bancarias nos pillan lejos y que no van con nosotros está muy equivocado. Ningún banco español está fuera de un peligroso circuito internacional de consorcios de intereses del que la operación ABN Amro es tan solo la punta del iceberg.

En tercer lugar hay que considerar que la economía europea se está americanizando a marchas forzadas con estas operaciones que suponen un nuevo concepto del beneficio máximo en el mínimo plazo. Y también se constatan otras significaciones de los directivos de las empresas, que aparecen cada vez más nítidas en nuestro panorama diario y que son síntomas inequívocos de hacia donde va la teoría de los beneficios empresariales. Una nueva fórmula del capitalismo que nos ha tocado vivir y de la que conviene conocer sus señas de identidad para no seguir inmóviles a los males que conlleva.

La teoría del máximo beneficio en el mínimo plazo de tiempo supone, en el caso Amro, que cada uno de los bancos del consorcio tomarían la parte mas rentable y complementaria para sus intereses, reduciendo al mínimo los gastos de su mantenimiento, empleando para ello la organización que cada uno de ellos posee. En román paladino: coger el negocio de ABN Amro en Holanda, Bélgica, Italia, Brasil, Estados Unidos, etc., con reducción drástica, tanto de la plantilla de los trabajadores como de los inmuebles y todos aquellos aspectos redundantes con las actuales estructuras de los bancos RBS, Fortis y Santander, es decir gastos, en busca del máximo beneficio económico y político (de ampliación de mercados y estructura cara al futuro).  

Si nos fijamos un poco, estos procesos ya se han llevado a cabo en España por parte de los dos grandes – Santander y BBVA – y, en menor escala, también por otros como Sabadell o Barclays.

Otro signo diferencial de esta nueva forma de actuar importada de los EE.UU. es la desigualdad existente entre los elevadísimos salarios y fondos de pensiones de los ejecutivos del más alto nivel y el estancamiento, o retroceso real de los salarios de las capas intermedias de técnicos, profesionales, administrativos y todos los colectivos asalariados. Como escribió recientemente en El País Antón Costas, Catedrático de Política Económica de la Universidad de Barcelona, “esta descompensación explica la espectacular pérdida del peso de los salarios en la renta nacional en el último cuarto de siglo. Pero la desigualdad presenta también otras formas que tienen un impacto decisivo en la vida cotidiana de las personas, en su autoestima y en la posibilidad de planificar el futuro de sus vidas. Una de ellas es el fin del trabajo para toda la vida y la aparición de formas de trabajo de corta duración e inestables, incluyendo el empleo temporal y el trabajo autónomo.”  

Como indica la misma fuente, “el troceamiento de empresas – como estamos viendo que puede suceder en ABN Amro – es un fenómeno muy utilizado en los EE.UU. en busca de las elevadas rentabilidades a corto plazo, del orden del 25%, va de la mano de instrumentos del nuevo capitalismo americano como los hedge funds y el private equity y produjo en aquél país un fuerte impulso empresarial acompañado de una enorme brecha de desigualdades económicas, una inestabilidad laboral creciente y una influencia perturbadora en la política.” 

El profesor Costas refiere esa influencia creciente de los nuevos capitalistas americanos en la política, citando al prestigioso economista estadounidense Paul Krugman en su columna del The New York Times del pasado 27 de abril. Señalaba allí que “la moderna derecha norteamericana tiene nostalgia por la política de finales del siglo XIX, con su mínima fiscalidad, la ausencia de regulación y la confianza en una justicia social basada en la caridad y el altruismo de los ricos, más que en los programas sociales públicos. Una manifestación de esa influencia han sido los intentos del Gobierno Bush para privatizar la seguridad social y desmantelar los programas de salud para los más débiles.

Queda por ver – sigue el profesor Costas – si los efectos de la llegada de esas formas de capitalismo moderno norteamericano a Europa serán las mismas que en la vida política y económica de aquel país, tanto en lo que se refiere a la desigualdad de ingresos entre las élites y las clases medias y bajas, como en su influencia en las políticas sociales y de bienestar”.

En este punto cabe hacer una referencia a lo que está ocurriendo en Europa y sobre todo en España en esta materia y en este sector de banca. Vemos como la mencionada descompensación entre los salarios de los ejecutivos de elevado nivel y los de las clases medias y bajas a los que pertenecemos los bancarios es un hecho. A las escandalosas cifras públicas de incremento de dos dígitos en los salarios y fondos de pensiones de los ejecutivos y consejeros de banca que figuran en las memorias de los bancos españoles – y que se pretenden minimizar por los incrementos de beneficios de las entidades y las plausibles “obras de caridad” en las memorias de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) -  hay que unir la oferta “generosa” de los bancos agrupados en AEB a los empleados del sector (bancarios) consistente en cuatro años de Convenio Colectivo en el primero de los cuales se incrementarían nuestros salarios en  ¡¡ nada menos que un 2,5% !!. En los otros tres restantes los salarios solo se aumentarían en un 2%, no vaya a ser que nuestros incrementos perjudiquen seriamente los beneficios de los bancos y con ellos los 20% en que se aumentaron este año sus salarios bastantes de los altos ejecutivos del sector.

Pues sí, esto está ocurriendo aquí en España y ahora. Hay quien no quiere verlo y, por una parte alaba operaciones tales como la de Santander en ABN Amro. Sorprendentemente – o tal vez no – se mira mal a la UGT porque nuestros compañeros en dicha entidad muestren reservas ante una operación que tiene claro que aumentará el negocio del banco y sus beneficios, pero oscuro el porvenir de muchos trabajadores, tanto de ABN Amro como del resto de bancos del propio Grupo.

Como es fácil deducir, todos los trabajadores del sector bancario y sin duda de todos los sectores de la producción en España y Europa, estamos afectados por el proceso que vivimos y debemos tener los ojos bien abiertos ante los movimientos que se están produciendo y se producirán en estas líneas apuntadas para intervenir en el momento oportuno en defensa de nuestro trabajo y nuestras condiciones del mismo.

Porque como continúa Antón Costas, “una cuestión importante es conocer en qué medida la desigualdad - existente hoy en los salarios de nuestros ejecutivos y los incrementos que nos ofrecen en el Convenio Colectivo – es el resultado inevitable de la nueva economía, de la globalización y del cambio técnico, frente a la cual nada pueden hacer las políticas de los gobiernos o las iniciativas sociales y de los sindicatos o, por contra, es consecuencia de una  determinada cultura del nuevo capitalismo.”

Y, concluye Costas, dando una respuesta a esta incógnita citando la tesis sostenida en el “nuevo libro de Richard Sennett (La cultura del nuevo capitalismo) que considera que la inseguridad en el empleo y la desigualdad en los salarios forman parte de un nuevo modelo institucional; es decir, de una cultura del nuevo capitalismo. La rebelión contra esa cultura y contra las políticas que la acompañan, constituye probablemente la nueva página de la historia que está por escribir”.

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